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Un fémur roto

  • Foto del escritor: Escritora MC
    Escritora MC
  • 24 oct 2023
  • 2 Min. de lectura

Estoy leyendo un libro hermoso acerca del mal morir. Sé que suena contradictorio, pero arroja muchas verdades acerca del momento en que comenzamos a ver morir a un ser amado y los cuidados que le proveemos (o no).

Al respecto, su autor, un médico norteamericano, cuenta que hace unos años un estudiante le preguntó a la prestigiosísima antropóloga, Margaret Mead, cuál consideraba como el primer signo de civilización en una cultura. "Un fémur fracturado y recuperado", respondió.

No un jarrito, no una flecha, no nada de lo que nuestras cabezas productivistas hubiera imaginado. No. Un fémur que se rompió y sanó. ¿Por qué? Porque una pierna rota implica, en el reino animal, una muerte segura. No es posible desplazarse para buscar agua y comida, no es posible escapar del peligro y las amenazas, no es posible trasladarse junto a la manada... Hueso roto: muerte inminente.

Ese fémur no pudo haber sanado sin el cuidado de un otro, de unos otros que atendieron la herida; que usaron su fuerza para no dejar atrás al lesionado y llevarlo con el grupo, cargándolo; que lo protegieron de las amenazas; que le proveyeron agua y comida; que procuraron su recuperación y su reinserción en la manada.

La civilización comenzó, para Mead, cuando los seres humanos fuimos capaces de no abandonar a otro. Cuando alguien renunció a sus tareas cotidianas, que fueron absorbidas por otros, aumentando su carga de trabajo, para cuidar a quien lo necesitara. La civilización comenzó cuando se alimentó y cobijó a quien, por motivos particulares, no estaba en condiciones de colaborar con la manada. Comenzó cuando la premisa fue no dejar a nadie atrás. Cuando hubo sentimiento de comunidad.

Y eso es lo que estamos a punto de romper. Eso es lo que cuestionamos cuando sostenemos "no quiero pagar tus remedios con mis impuestos", cuando decimos "no usen mi plata para darles de comer a esos negros", cuando pensamos (sin decirlo, estratégicamente) "me indigna que usen la plata para 'eso'".

Vivimos en una sociedad en la que hay millones de fémures fracturados que necesitan tiempo y cuidado para rehabilitarse y reintegrarse a colaborar con otros.

Y ahí está el estado, para asegurarse de que todos los huesos rotos tengan la misma oportunidad de sanar y no sea un privilegio de quienes cazaron un bicho mayor. Es el Incucai asegurándose de que cada órgano disponible vaya a quien más lo necesite. Es el calendario de vacunas gratis que nos aleja de las epidemias y mantiene sanos a TODOS nuestros niños. Es el certificado único de discapacidad que asegura la cobertura de todas las terapias.

La salud pública, la educación pública, la soberanía energética, nuestros abandonados trenes, Aerolíneas Argentinas, el CONICET, el calor humano... Construimos un país hermoso y hay que mejorar muchas cosas, pero no es entregando derechos y soltando la mano de los fémures rotos como se soluciona. No lo destruyamos.

Cualquiera de nosotros puede ser el del hueso roto y nadie, absolutamente nadie se salva solo.

Civilización o primitivismo, eso discutimos.

3 comentarios

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@GuabyG
03 jun
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Excelente texto , excelente.

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Invitado
02 feb 2024
Obtuvo 5 de 5 estrellas.

Preciso e impecable texto. Emociona. Gracias

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Invitado
23 nov 2023

me gusta cuando hablas de discapacidad pero no debiera ser todo politico. Cariños

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Escritora

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