Sopa instantánea y paté
- Escritora MC
- 15 jun 2024
- 2 Min. de lectura
Algunos viernes, hace más de 20 años, mi papá y yo nos sentábamos en la mesa a la hora de la cena con una taza de sopa instantánea para cada uno, una lata de picadillo y un paquete de galletitas saladas.
A veces comíamos en silencio. Otras veces mirábamos algún documental o recitales en DVD. A veces, muy pocas, conversábamos. Había algo en el calor de una taza humeante y en la dedicación de "prepararle" una galletita al otro que reconfortaba el alma. No era necesario mucho más.
Hace unos días me encontré haciendo lo mismo con mi hija. Sólo cambiamos la sopa por té, la cena por la merienda y el picadillo por paté. Pero la ceremonia fue la misma. Y, mientras untaba una galletita para ella, sonreí.
No puedo contar muchos momentos a solas con mi papá. Tengo un par de esos "gratest hits" padre-hija, pero son acotados y hasta extremos. Por eso me sonrío cuando me encuentro haciendo una cosa cotidiana cualquiera y recuerdo que era algo que compartía con él. Y me detengo a ver, y casi que lo hago igual. Como el café con leche.
Sonrío porque entiendo que llevo más de él de lo que me había dado cuenta y que, casi todo eso, es amor. Amor en una forma que no es la convencional: no es la de las palabras, ni la de las conversaciones existenciales, no es la forma de los abrazos ni las grandes demostraciones públicas. La forma que necesita tiempo para ser entendida.
Es el amor en la forma más mundana que recuerdo: el amor en una lata de picadillo. El amor que se replica y se convierte en una lata de paté en una mesa de vidrio junto a, 20 años después, mi hija. El amor que espero se convierta en una lata de algo en una mesa cualquiera dentro de 20 años.
Si alguien me pregunta, mi cena favorita.
*Hace unos días, después de que había comenzado a escribir esto (y dudaba si publicar o no) y por motivos que no vienen al caso, hablábamos por teléfono y me dijo: "Se come lo que hay: si es asado, es asado; si es caviar, es caviar; y si es sopa, es sopa". Yo me reí, pero no le dije nada... era la señal que le daba el ok espiritual a esta redacción.
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