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Mabel se fue

  • Foto del escritor: Escritora MC
    Escritora MC
  • 21 abr
  • 2 Min. de lectura

Mabel se fue. Nos dejó un Viernes Santo, después de vernos llegar a todos. Hizo su último gran esfuerzo y nos regaló la tranquilidad de haber estado con ella, de haberle tomado la mano, de haberla besado y abrazado por última vez. Se fue con el calor de nuestro amor y de nuestro agradecimiento por la persona que fue.

Después de irse, nos hizo pensar. Sabemos que no la vemos, pero no sabemos si se fue. Tal vez, pienso, sea esa necesidad tan egoísta y tan humana de creer que los que amamos no nos abandonan, porque nos negamos a aceptar que algo ha llegado a su fin. Pero tal vez, creo y creo saber, ella sí está.

Yo la vi. La vi en cada cuadro colgado en su casa pintada de colores vivos. La vi en nosotros, riéndonos, diciendo frases desafortunadas. Escuché su risa ruidosa. La vi en las manos de mi hija, en esa medalla. La vi cuando, observando sus cosas materiales, sólo pude pensar en lo que había de ella detrás de cada marco colgado. Y pensé ¡qué satisfactorio para ella vernos contemplar sus obras y no sus cosas!

Mabel no se fue porque me dejó pensando en lo que construimos y en cómo lo construimos. Me dejó pensando en cuánto vale cada uno por lo que es, por lo que hace y no por lo que acumula. Mabel era arte. Mabel es el arte que dejó. Mabel es cada uno de esos cuadros enormes, cuadritos chiquitos, mandalas, tarjetas de 15, recuerdos de comunión y bautismo... Mabel es cada cuadro que pintó a pedido de cada uno de nosotros y que entregó con tanto amor. Es cada trazo que dio con sus policromos, cada punto de microfibra, cada pincelada de acuarela en los que nos dijo que nos amaba y que le importábamos.

Mabel fue mi tía y, ahora, es una más de las estrellas a las que voy a pedir guía cuando me sienta perdida. Mabel es los brazos abiertos de esa foto en la que me espera mientras corro hacia ella. Mabel es el consuelo que me habló en los momentos más duros de mi vida, porque ella ya había estado ahí y, sin embargo, nunca me aleccionó. Todas sus palabras, todos sus gestos fueron compañía, no directivas.

Me quedo con su alegría todas y cada una de las veces que me hizo leerle en voz alta lo que escribí para ella. Me quedo con sus manos impecables antes de partir. Me quedo con su amor, que no mezquinó en ningún momento. Me quedo con su gratitud. Me quedo con la paz en el alma de haberla besado, de haberle preguntado si sabía que la amábamos mucho y de haber escuchado que sí.

Recién ahora caigo en la pérdida. Pero espero seguir encontrándola, porque en todo lo voy a seguir buscando.

 
 
 

2 Comments

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Eugenia Riera
Apr 22
Rated 5 out of 5 stars.

Sos amor!..ella lo sabía, ella lo sentía

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Guest
Apr 21
Rated 5 out of 5 stars.

Sin palabras!

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