Cuando de ellos dos
- Escritora MC
- 30 jun 2023
- 1 Min. de lectura

Dos pares de dedos entrelazados y era suficiente. No hacía falta que sintiera su palma, aunque cuando rozaba la suya todas las mariposas arriba del ombligo se alzaban en vuelo.
Un abrazo esporádico, espontáneo e intermitente y alcanzaba. Pero no de esos cortitos en los que apenas se encuentran los cuerpos, sino uno de los largos, terapéuticos y sanadores, en los que la energía no se pierde sino que se transforma fluyendo entre los dos, volviéndolos uno, un solo calor.
Casi una docena de miradas cómplices y, aun así, no podían decir basta. Con una magia recíproca, se amaban, lo comentaban y discutían sólo usando la cara. Se deseaban y se prohibían con un movimiento de pestañas. Sólo ellos se entendían cuando todos los miraban.
Una carta en el tiempo, un sonido, una casa... tres de sus canciones favoritas, la mística de las mañanas, dos libros abiertos y una invitación rechazada.
No había nada que no sumara cuando de ellos dos se trataba.
Todavía los miro. Y me da pena que el vuelo de las mariposas haya menguado. Que no se fundan siendo uno en un abrazo. Que se miren y ya no se digan "Te amo". Todavía los miro y no parece que el tiempo haya pasado... pero puedo verlo cuando ya no se ríen soñando.
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