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  • Foto del escritor: Escritora MC
    Escritora MC
  • 3 ago 2023
  • 2 Min. de lectura

Florencia sostenía su teléfono nerviosa. Sentada en la mesa del bar que habían elegido, miraba la hora y apagaba la pantalla. En menos de un minuto, presionó el desbloqueo incontable cantidad de veces.

"¿Vendrá? ¿Por qué siento que está mal lo que estoy haciendo? Porque está mal, Florencia." Se preguntaba y se respondía en el mismo hilo de pensamiento, una y otra vez. Volvía a mirar la hora. Repetía la pregunta.

Intentaba calmar su ansiedad chequeando que el rojo de su sweater resaltara lo suficiente como para que él la reconociera. Miraba la hora. Se hacía la pregunta. Se respondía. Florencia, que en la app decía llamarse Julia, estaba a punto de irse.


Agustín no podía levantar los ojos de la pantalla. Con su pulgar, deslizaba la conversación con Julia hacia arriba y abajo, arriba y abajo. Chequeó haberle dado bien la dirección al taxista. Revisó la hora. Era a las 17:00. Estaba llegando tarde.

"¿Iré? ¿No será una señal del destino? ¿Esto está bien? Claro que está bien. Verla no es necesariamente una infidelidad." Se preguntaba y se mentía en el mismo hilo de pensamiento, una y otra vez. Seguía mirando la pantalla.

Bajó del taxi apurado. Se puso la campera negra de cuero y envolvió su cuello en un grueso pañuelo rojo, tal como habían quedado para que ella lo reconociera. Agustín, que en la app decía llamarse Augusto, estaba por llegar.


Florencia estaba segura de que lo que estaba haciendo, estaba mal. Sí, era verdad que hacía mucho tiempo que la relación se había estancado, que se habían alejado y que necesitaba un poco de aire fresco, pero la voz en su cabeza le repetía que siempre era mejor hablar las cosas y terminar en buenos términos. Se levantó. Seguramente Augusto no iba a llegar.


Agustín frenó su marcha en la esquina. Hizo una panorámica de casi 360º para estar seguro de que ningún conocido anduviera cerca. Si esto salía bien, ¿debería terminar o podía intentar ambas relaciones para estar seguro de no quedarse sin nada? Una mueca torció la comisura de su boca hacia arriba. Casi que se felicitó. Apuró el paso hacia la puerta del bar.


Florencia pensó dos veces el "Empuje" de la puerta y empujó, mientras se giraba para guardar el teléfono, con la otra mano, en el bolsillo del pantalón. Agustín, sin separar los ojos de la pantalla, inclinó su cuerpo para entrar al bar. El golpe sólo causó que los teléfonos cayeran al piso y que sus dueños se inclinaran a buscarlos. Se vieron.


- ¿Agustín? - le preguntó mirando, primero la campera y, después el pañuelo.

- ¿Florencia? - le respondió clavando los ojos en el sweater rojo.


El golpe causó algo más. Llevaban meses usando la app de citas, habían hablado con decenas de otras personas, pasaron semanas contándose cómo eran Julia y Augusto, cómo sus relaciones no funcionaban, cómo se sentían desilusionados y necesitaban algo más.

Pudieron haber elegido a cualquiera, pudieron haber usado sus nombres reales, pudieron no haber descargado la app... pero se eligieron a ellos dos. Otra vez. De otra forma. Sin saberlo. Engañándose mutuamente. ¿Cuenta como infidelidad?

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1 Comment

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Guest
Aug 08, 2023
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Sus almas se eligieron nuevamente. No así sus consciencias. 😊

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